sábado, 1 de noviembre de 2008

Y ahora ¿quién podrá defendernos?

Tras de toda la crisis que se viene encima de los ticos a raíz del declive en la economía de los Estados Unidos, pareciera que tendremos también que lidiar con la más grande de todas las tragedias nacionales: las ocurrencias del gobierno.
Tal pareciera que don Oscar Arias no se propuso “ni por varas” gobernar a favor de las grandes mayorías sociales del país y contrario a lo bueno que logró en su primer mandato, ha hecho todo lo posible para que con el segundo, la historia le recuerde por las inconsistencias de su discurso.
El permiso de explotación minera a cielo abierto en Las Crucitas de San Carlos evidencia la hipocresía de la proclama internacional de “paz con la naturaleza”.
Dígase lo que se diga, lo acontecido en el norte del país es un claro ejemplo de que ante el despelote, los que nos gobiernan, no son congruentes, un poco como aquel héroe mexicano colorado de la televisión, que cuando era llamado por indefensos y necesitados, empeoraba la situación con sus “chanfles” y disparates.
Y como no quiero quedarme atrás en esta nueva competencia de ocurrencias presidenciales, redacto las siguientes sugerencias, con carácter de “memo-casas” advirtiendo que el gobierno podrá utilizarlas, sin necesidad de pagarme sueldo de consultor.
Primero: Ante la segura matanza de los “bichitos” esos llamados lapas, hagamos billetes de cien mil colones y ojalá de color verde. Ojo don Oscar, la medida es de doble filo, por un lado con tres papeles se pagan los escuálidos sueldos y por otro, colocamos la foto de la odiosa ave en algún lugar, donde los ticos recuerden, al incómodo animal que tuvo la osadía de oponerse al desarrollo nacional.
Segundo:
Sigamos metiendo miedo a la gente. El mensaje es claro, si un almendro centenario se opone a los designios gubernamentales, se mata y punto.
Tercero:
Sería bueno incluir dentro de la canasta básica de Las Crucitas, ungüento para el cianuro, una botella de antidiarreico y fotografías a todo color de las especies en vías de extinción.
Cuarto: Hagamos huecos en La Sabana de Guido Sáenz, en Ojo de Agua y de ser posible “cerquita” de la Basílica de los Ángeles a ver si se nos hace el milagro de que salga más oro, por algún lado.
Quinto: Recuerde echarle la culpa de todo a los ecologistas y de paso si se puede a Albino y demás sindicalistas.
Sexto:
Inventemos el “bono-lapa” y por cada animalito extirpado, ofrezcamos téles, réfris y demás artefactos del cómodo y asfaltado mundo desarrollado. Si nada de esto nos sirve ¿quién podrá defendernos?
Bueno don Oscar, lo mejor será pagar un anuncio que diga:

“Se busca capitán para barco hundido o extraviado no se requiere experiencia pero por favor, que no sea el Chapulín Colorado”

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