lunes, 24 de noviembre de 2008

HOY ES UN DÍA ESPECIAL.

Aunque muy pocos lo sepan, hoy y todos los días 25 de noviembre, por resolución N º 54-134 de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se celebra el DÍA INTERNACIONAL DE LA ELIMINACIÓN DE LA VIOLENCIA CONTRA LA MUJER.
Las formas de violencia contra la mujer son múltiples, algunas silenciosas, otras insospechadas, van desde la agresión en los hogares hasta la utilización de su imagen sexual en los medios de comunicación y representan en general eventos cotidianos detestables que lastimosamente no han sido erradicados de nuestro acervo cultural y educativo.
La agresión física puertas adentro, es reconocida por los expertos como la forma más generalizada de violencia y lo que es peor, es producida a manos del cónyuge, concubino o pareja de la víctima.

Pero no nos engañemos, no es la única forma de agresión, el maltrato se da en otros ámbitos como el psicológico, el patrimonial y el sexual y nuestro país que no es la excepción, debe enfrentar éstas y otras formas de agresión como un verdadero reto social y el Estado primordialmente, con prioridad, ya que sus consecuencias se traducen comúnmente en otros problemas relacionados con la desintegración familiar.
La reciente declaratoria de inconstitucionalidad de los artículos 22 y 25 de la Ley de la Penalización de la violencia contra la mujer es un duro golpe a las instituciones y organizaciones que luchan en contra de la violencia de género y un evidente retroceso en el desarrollo de los derechos humanos que garantizan una adecuada protección Estatal a las mujeres víctimas de agresión.
La resolución de la Sala Constitucional obliga a que nuestros actuales legisladores sean diligentes y responsables y no permitan que la impunidad reine.

El diputado Oscar López y el partido PASE reafirmamos nuestro compromiso con la mujer costarricense y con todas aquellas medidas legislativas necesarias para erradicar cualesquiera de las formas de violencia en su contra.
Estamos realmente convencidos de que la violencia es un auténtico obstáculo para alcanzar la igualdad, el desarrollo y la paz social y que en esas abominables manifestaciones históricas, no deben ser más objeto de los embates del desinterés jurídico, que aún no ofrece soluciones reales y permanentes a dicho problema.


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