La reciente elección del primer Presidente negro de los Estados Unidos nos ha dejado muy emocionados por estos rumbos. Además de tratarse de un hito en la historia universal por las características de división y discriminación racial que anteceden en la formación y consolidación de los Estados de la unión, Obama ha sido bastante claro en cuanto a su posición respecto del mal llamado libre comercio, más específicamente el que se desarrolla con respecto de América Latina.
La primera impresión que tenemos es que, mientras Obama viene de vuelta, algunos cuantos ticos trasnochados apenas quieren arrancar.
Ya dijo el nuevo Presidente de “gringolandia”, que revisará el NAFTA, son muchos los analistas que consideran que difícilmente firme el TLC con Colombia y en el Senado votó negativamente el tan llamado CAFTA. Mientras tanto en este amado charco nuestro, unos cuantos “jupones” se disponen a celebrar la aprobación del proyecto doce o proyecto escoba de la agenda de implementación.
El asunto está más claro que nunca y no hace falta saber de muchos números y economía para interpretar la realidad. El sistema económico capitalista, el de los libres mercados, ese “que disque” maneja una mano invisible e imparcial, se fue al “carajo”.
La crisis financiera e inmobiliaria que todavía está latente en el pleno corazón de Wall Street demostró ante todo, que si el Estado no interviene, regula, administra o vigila los mercados, las tales ventajas comparativas terminan convirtiéndose en una especie de lagarto, que entre más galillo, traga mas pinol.
Juan Pablo Segundo le llamo a ese dichoso proceso, salvajismo, porque entendió primero que todo, que en un sistema desigual, los más débiles, siempre saldremos “por dentro”.
Las esperanzas son muchas y los retos todavía más. Del nuevo Presidente de una de las naciones más poderosas de la tierra esperamos, los primeros pasos para el establecimiento de un nuevo orden económico internacional basado en la justicia y el equilibrio.
Tampoco es que estamos tan engañados como para no enterarnos que la prioridad de Obama será la situación económica interna tan difícil que atraviesan por el norte, pero claro está, que ello también redundará en la urgente necesidad de que los ticos nos veamos más hacia dentro, revisemos nuestros esquemas de producción, la potencialidad de los pequeños empresarios y el rescate de nuestra soberanía alimentaria.
Como decía mi abuela, vamos a esperar a ver si a como ronca, duerme, pero si por la víspera se saca el día, Obama a la mejor iniciará una nueva era, de más armonía y equidad.
La primera impresión que tenemos es que, mientras Obama viene de vuelta, algunos cuantos ticos trasnochados apenas quieren arrancar.
Ya dijo el nuevo Presidente de “gringolandia”, que revisará el NAFTA, son muchos los analistas que consideran que difícilmente firme el TLC con Colombia y en el Senado votó negativamente el tan llamado CAFTA. Mientras tanto en este amado charco nuestro, unos cuantos “jupones” se disponen a celebrar la aprobación del proyecto doce o proyecto escoba de la agenda de implementación.
El asunto está más claro que nunca y no hace falta saber de muchos números y economía para interpretar la realidad. El sistema económico capitalista, el de los libres mercados, ese “que disque” maneja una mano invisible e imparcial, se fue al “carajo”.
La crisis financiera e inmobiliaria que todavía está latente en el pleno corazón de Wall Street demostró ante todo, que si el Estado no interviene, regula, administra o vigila los mercados, las tales ventajas comparativas terminan convirtiéndose en una especie de lagarto, que entre más galillo, traga mas pinol.
Juan Pablo Segundo le llamo a ese dichoso proceso, salvajismo, porque entendió primero que todo, que en un sistema desigual, los más débiles, siempre saldremos “por dentro”.
Las esperanzas son muchas y los retos todavía más. Del nuevo Presidente de una de las naciones más poderosas de la tierra esperamos, los primeros pasos para el establecimiento de un nuevo orden económico internacional basado en la justicia y el equilibrio.
Tampoco es que estamos tan engañados como para no enterarnos que la prioridad de Obama será la situación económica interna tan difícil que atraviesan por el norte, pero claro está, que ello también redundará en la urgente necesidad de que los ticos nos veamos más hacia dentro, revisemos nuestros esquemas de producción, la potencialidad de los pequeños empresarios y el rescate de nuestra soberanía alimentaria.
Como decía mi abuela, vamos a esperar a ver si a como ronca, duerme, pero si por la víspera se saca el día, Obama a la mejor iniciará una nueva era, de más armonía y equidad.
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