viernes, 5 de septiembre de 2008

Derechos sí, matrimonios no

El Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) acumuló y admitió para su trámite, dos solicitudes distintas para que sea convocado a referéndum el proyecto de ley de unión civil de personas de un mismo sexo. Una de las solicitudes es nuestra y lejos de querer irrespetar a las organizaciones que defienden derechos civiles de personas homosexuales, consideramos que, dada la trascendencia de la propuesta legislativa, el asunto debe ser dirimido en las urnas. Sería una valiosa oportunidad para profundizar el mecanismo del referéndum como instrumento de democracia participativa y resolutiva de dilemas sociales.
Es precisamente, la sensación de ausencia del sentir de las mayorías en la toma de decisiones, que por imperio recae en cualesquiera de los poderes públicos, lo que ha generado una peligrosa campaña oculta de deslegitimación de nuestro sistema político, que bien puede ser revertida con la práctica de elevar a la decisión popular, asuntos de esta trascendencia. Por otro lado aspiramos a que en un referéndum, más allá del simplismo del resultado, se promuevan debates respetuosos, se genere discusión inteligente y se obtengan conclusiones en las que exista mayor consenso social. Estamos parcialmente en contra del proyecto pues incurre en un exceso al autorizar en nuestra legislación la celebración de matrimonios.
Creemos que es justo su contenido en cuanto a la necesidad de que deriven de las relaciones de pareja homosexuales,
derechos patrimoniales, económicos y de seguridad social que son comunes a las parejas heterosexuales, pero sin necesidad de equiparar esas relaciones con lo instituido en el artículo 52 de la Constitución Política, pues implicaría contrariar el espíritu constituyente (Sala Constitucional voto 7262-2006). Basta desde nuestro punto de vista, con reformar el artículo 242 del Código de Familia y aspirar a que las relaciones de hecho “entre personas de un mismo sexo”, previamente reconocidas en la vía judicial, surtan todos los efectos jurídicos que son propios del matrimonio.
No se trata de una posición excluyente, nugatoria de derechos, intransigente y mucho menos homofóbica. Es dable reconocer que la propuesta por sí misma, posee la capacidad de enfrentar nuestra intelectualidad e invade el campo de valores individuales, lo que la habilita, para ser objeto de discusión de todos los partidos políticos, iglesias, organizaciones civiles y sociedad en general.
Pretender acaparar para una autodenominada minoría de personas homosexuales, la discusión en torno a las transformaciones que se darían en nuestro sistema de creencias, denota un total desconocimiento de la forma en que los derechos individuales y sociales, hasta ahora reconocidos por nuestra carta magna y los convenios internacionales, han tenido que abrirse paso y evolucionar a lo largo de los años.

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