viernes, 31 de octubre de 2008

MARÍA JOSE, RAFAEL Y LOS VALORES NACIONALES.

No cabe duda de que María José Castillo se constituyó en ídolo nacional gracias a su talento, sencillez y forma de ser tan natural y sincera, así precisamente, como son las muchachas y mujeres costarricenses. En mi casa los celulares se desbordaron en mensajes de apoyo, sin importar en las consecuencias, que se tradujeron más tarde en la factura del ICE.
Pero ese no es el tema. El tema es la lección que nos deja a los ticos la incursión de la joven en el mundo de la música ligera. La primera es que, después de tanta división y fraccionamiento a los que estamos acostumbrados los ticos últimamente, especialmente por causa de la política, esperábamos el surgimiento de una figura que nos uniera, que nos pusiera en un mismo bando, que tuviese la capacidad de sonsacar nuestro orgullo nacional.
Lo segundo es que, presenciamos una interesante lucha de María José por preservar su identidad en el escenario y no ceder ante la presión de jueces que le pedían transformar su forma de ser, que se despeinara en el escenario e hiciera todo tipo de piruetas distintas y diferentes, a las de demostrar que si poseía capacidad vocal.
Lo tercero es que, queda claro cuan escasos y ruinosos estamos los ticos en cuanto valores sociales. Sin tanta pompa, llamadas, mensajes del Presidente (que hasta un millón se dejó gastar), recibimientos, aplausos y anuncios propios de un mundo farandulero que es ajeno a nuestra idiosincrasia, un joven de la misma edad de María José, estudiante de quinto año del Colegio Científico de San Ramón, ganó el primer lugar en la Olimpiada Iberoamericana de Química. Rafael Rodríguez se impuso a concursantes de España, Portugal, Guatemala, El Salvador, Colombia, Venezuela, Perú, Bolivia, Uruguay, Brasil, Chile y Argentina sin necesidad de que votáramos por teléfono, sin despliegue publicitario, sin premios, ni demás artificios de este mundo globalizado que privilegia lo mediocre sobre lo excelente.
Rafael es un ídolo aunque la mayor parte de la gente no se entere, un ejemplo de que en este mundo no importa cuan vano y vacío sea el contenido de los mensajes que bombardean a nuestra juventud, es posible sostener y salvaguardar, algunos de nuestros ya escasos valores.


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