Con algunos intentos inútiles de asomar en su discurso la retórica pausada y clara que acostumbraba en los finales de los años ochenta, el Presidente de la República, Doctor Oscar Arias Sánchez, compareció ante el pueblo y la Asamblea Legislativa, a rendir su tercer informe de labores, conforme lo ordena nuestra Constitución Política, cada primer día de mayo.
Sin embargo, lejos de tratarse de un exhaustivo auto examen, tal como ocurre con el rendimiento de cuentas, que por imperativo de ley y transparencia en el ejercicio del cargo, emiten funcionarios públicos de menor jerarquía todos los años, el mensaje presidencial que nos llamó a los costarricenses a tener motivos para ser optimistas, careció de detalles, ideas, cifras y resultados específicos alcanzados por el Poder Ejecutivo en los últimos doce meses, respecto del Plan Nacional de Desarrollo, que fue evidentemente borrado del mapa gubernamental, como guía e instrumento estratégico, para el cumplimiento de los compromisos políticos con la sociedad.
Los ocho peldaños que anunció el Doctor Arias, primero como candidato y después como Presidente, están totalmente ausentes en un discurso que levantó paredes para una casa metafórica, en la que se evidencia que el peso de la crisis internacional botará todo cimiento, sino se toman medidas serias a tiempo.
El primer peldaño fue combatir la corrupción en todo ámbito, sin embargo, no fuimos informados los costarricenses de las razones por las que un decreto y un comité reguladores de la ética en la función pública, no se accionaron en casos en los que la opinión pública y la prensa demando el cumplimiento de este compromiso.
La segunda y tercera gradas fueron totalmente descartadas en el discurso presidencial. Pensar en la reducción de la pobreza y la desigualdad, en el crecimiento económico y en el crecimiento del empleo, en medio de la franca recesión global que nos afecta, es por demás ilusorio, pero no exime al Gobierno de la República de su deber de ir más allá del anuncio de un plan escudo, que ni siquiera se ha consultado a los sectores sociales del país, a éstas alturas de la crisis.
El cuarto peldaño fue mejorar y ampliar la cobertura del sistema educativo, compromiso que el mandatario siente satisfecho en el tanto las becas y programas sociales puestas en marcha, han evitado un aumento en la deserción escolar. Evade sin embargo referirse en su informe, a la negativa de su gobierno, a apoyar la reforma constitucional que garantizaría una mayor inversión del PIB en educación pública y a los cuestionamientos respecto de la calidad e infraestructura.
El quinto peldaño, el que más interesa a los costarricenses, por cuanto se prometió revertir y detener la criminalidad que nos azota sin clemencia, fue objeto de justificaciones presidenciales, según las que, la aprobación de la Ley para la protección de víctimas y testigos –que el OIJ asegura no puede ejecutar por falta de contenido presupuestario- es “un paso determinante”.
El sexto y sétimo compromiso, a saber el fortalecimiento de la institucionalidad pública y mejorar la infraestructura nacional, denotan la alta dependencia de este gobierno, respecto de los empréstitos internacionales, aprobados y por aprobar, que poseen esos fines y que amenazan con elevar a cifras record, la deuda externa nacional.
Finalmente la última grada que se trazó subir este gobierno, fue la de ennoblecer la política exterior y el papel de Costa Rica en el concierto internacional de las naciones. El presidente Arias defendió en su discurso, una aparente coherencia que para nosotros no es tal, al menos en lo que al plan de paz con naturaleza se refiere.
En conclusión, estamos insatisfechos con el informe del Presidente Arias Sánchez. Ni la crisis, ni la pandemia, ni cualquier otro obstáculo natural o humano que razonablemente puedan variar las aspiraciones y proyectos del gobierno de la República, son justificación válida para no detallar, con el respeto que merecemos los ciudadanos, la lista de logros y desaciertos de esta administración respecto de lo que fueron sus promesas.
Tampoco existe justificación alguna para que no se explique a los ciudadanos, si ante la crisis y sus efectos, existirá verdaderamente un plan, o si por el contrario, nos vamos a esperar a que este barco se hunda, aunque el capitán esté aferrado al timón.
2 comentarios:
Me gusta como escribes...
Julia Herrera
!Hola!
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!Gracias!
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