LICEO DE COSTA RICA … 122 AÑOS DESPUÉS
El 6 de febrero de 1887 abrió sus puertas por primera vez el Liceo de Costa Rica y un año después el Colegio Superior de Señoritas, en el marco de la gran reforma liberal impulsada por el Presidente de la República Bernardo Soto y la no menos importante reforma educativa liderada por don Mauro Fernández. Demostrar la influencia positiva que han tenido estas instituciones en el desarrollo de la identidad nacional, en la formación de hombres y mujeres líderes y en la construcción del Estado solidario es cosa innecesaria.
Isaac Felipe Azofeifa destacado egresado del Liceo explicó de la siguiente manera el pasado, presente y futuro de la institución: “Si el mayor valor que existe en la vida de los pueblos como de los individuos está vivo en su tradición, la del Liceo, está en haber sido forjador de la libertad democrática. Si la historia ha de servirnos para descubrir en ella las bases legítimas sobres la cuales tender el andamiaje del futuro, la línea que nos aparece más rica de sentido, de valor universal para nuestra vida, es la democrática de que no debe separarse nunca en los tiempos que se avecinan de ceguedad, fanatismo y locura…”
Y es que el Liceo ha sido educación para la democracia y la vida republicana, educación para la cultura, educación en valores y en la libertad, ha tenido la magia de perdurar en las mentes y corazones de quienes tocó y la osadía de marcar el ritmo en los cambios sociales del país, desde su fundación irrumpiendo con las ideas europeas de entonces, separándose del Estado seglar, desenvolviendo vocaciones, identificando capacidades, hasta la revolución de 1949 de la que nutrió a los estudiosos y pensadores del nuevo Estado social de derecho o ahora en pleno siglo XXI en el que se anuncia que el Liceo será el primer colegio público en graduar jóvenes en Bachillerato Internacional (estudiantes bilingües que en vez de memorización tendrán capacidad de construcción, análisis y preparación de conocimientos).
Enlistar a ilustres costarricenses que se han formado en sus aulas y patios sería injusto para aquellos que han sido dignos representantes de los valores con que se les nutrió en muchísimos ámbitos de la vida nacional.
Sirva este artículo de homenaje a sus miles de egresados vivos que en todos los campos y ámbitos de la vida nacional ponen en alto el nombre del Liceo y le seguimos recordando como una de las mejores experiencias de nuestras vidas, sirva de homenaje a quienes ya nos dejaron y también a sus profesores, directores, asociaciones, bandas y deportistas que con orgullo enarbolan su escudo.
Isaac Felipe Azofeifa destacado egresado del Liceo explicó de la siguiente manera el pasado, presente y futuro de la institución: “Si el mayor valor que existe en la vida de los pueblos como de los individuos está vivo en su tradición, la del Liceo, está en haber sido forjador de la libertad democrática. Si la historia ha de servirnos para descubrir en ella las bases legítimas sobres la cuales tender el andamiaje del futuro, la línea que nos aparece más rica de sentido, de valor universal para nuestra vida, es la democrática de que no debe separarse nunca en los tiempos que se avecinan de ceguedad, fanatismo y locura…”
Y es que el Liceo ha sido educación para la democracia y la vida republicana, educación para la cultura, educación en valores y en la libertad, ha tenido la magia de perdurar en las mentes y corazones de quienes tocó y la osadía de marcar el ritmo en los cambios sociales del país, desde su fundación irrumpiendo con las ideas europeas de entonces, separándose del Estado seglar, desenvolviendo vocaciones, identificando capacidades, hasta la revolución de 1949 de la que nutrió a los estudiosos y pensadores del nuevo Estado social de derecho o ahora en pleno siglo XXI en el que se anuncia que el Liceo será el primer colegio público en graduar jóvenes en Bachillerato Internacional (estudiantes bilingües que en vez de memorización tendrán capacidad de construcción, análisis y preparación de conocimientos).
Enlistar a ilustres costarricenses que se han formado en sus aulas y patios sería injusto para aquellos que han sido dignos representantes de los valores con que se les nutrió en muchísimos ámbitos de la vida nacional.
Sirva este artículo de homenaje a sus miles de egresados vivos que en todos los campos y ámbitos de la vida nacional ponen en alto el nombre del Liceo y le seguimos recordando como una de las mejores experiencias de nuestras vidas, sirva de homenaje a quienes ya nos dejaron y también a sus profesores, directores, asociaciones, bandas y deportistas que con orgullo enarbolan su escudo.
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