John Mynard Keynes es un economista del siglo pasado creador de la “Teoría General del empleo, el interés y el dinero” mediante la que defendió el papel del Estado como agente integrante, principal e interventor de las relaciones económicas.
Durante la gran depresión de los años treinta en los Estados Unidos el New Deal del entonces Presidente Roosevelt, se basó en las ideas de Keynes. Fue así como los programas de recuperación económica y financiera de esa Nación se basaron fundamentalmente en la regulación estatal de la economía a través de la motivación de la inversión, el crédito y el consumo, lo cual permitiría la reducción del desempleo, y la inversión del gasto público principalmente a la educación y seguridad social.
La lógica del pensamiento keynesiano no fue anticapitalista, pero dentro de dicho sistema criticó y desconfió de la capacidad de autorregulación del mercado para hacer frente a los desequilibrios, llámese crisis, llámese mala distribución de la riqueza, llámese injusticia social.
Razón tenía Keynes quien planteaba frente a esa incapacidad del mercado “para ser justo” medidas que en su momento adoptó Roosevelt, ha retomado Obama y muy pronto pondrán en práctica nuestros eruditos criollos.
Keynes parte de invertir los principios de comprensión de los fenómenos económicos clásicos, sobra decir que la gran depresión puso en evidencia las imperfecciones del liberalismo clásico y su propuesta impregnó de una nueva filosofía social el concepto de desarrollo económico.
Sus propuestas fueron interrumpidas por el estallido de la segunda guerra mundial y sus detractores acusaron de inconsistentes las medidas keynesianas, en el tanto el gasto social se asociaba al gasto militar y burócrata y según su dicho, se generó una estado de inflación creciente, versus inversión insuficiente.
Sin embargo queda claro que el fantasma de Keynes ronda en los pasillos de la Casa Blanca, en la que su presidente negro ha anunciado un plan económico que pretende crear 2,5 millones de empleos para obras de infraestructura, además de recortes tributarios y más gastos públicos.
Además de los 700 mil millones de dólares ya inyectados al sector financiero, Obama anunció la probable inyección de 700 mil millones más, la transformación de bancos privados a públicos, amén de los planes de recapitalización de las transnacionales de vehículos: General Motors (GM), Ford y Chrysler.
En cuanto a los mercados financieros ya se anunciaron por parte de la nueva administración regulaciones que van desde el monto de transacciones bursátiles, hasta el salario de los altos ejecutivos de Wall Street.
No cabe duda de que se trata de un relanzamiento de la lógica keynesiana en la que además de vigorizar el papel interventor del Estado en el mercado se propone el fortalecimiento de los derechos civiles y económicos de los trabajadores, mismo camino que deberá seguirse en Costa Rica si se quiere preservar lo que hasta entonces ha sido nuestra relativa estabilidad económica y paz social.
La lógica del pensamiento keynesiano no fue anticapitalista, pero dentro de dicho sistema criticó y desconfió de la capacidad de autorregulación del mercado para hacer frente a los desequilibrios, llámese crisis, llámese mala distribución de la riqueza, llámese injusticia social.
Razón tenía Keynes quien planteaba frente a esa incapacidad del mercado “para ser justo” medidas que en su momento adoptó Roosevelt, ha retomado Obama y muy pronto pondrán en práctica nuestros eruditos criollos.
Keynes parte de invertir los principios de comprensión de los fenómenos económicos clásicos, sobra decir que la gran depresión puso en evidencia las imperfecciones del liberalismo clásico y su propuesta impregnó de una nueva filosofía social el concepto de desarrollo económico.
Sus propuestas fueron interrumpidas por el estallido de la segunda guerra mundial y sus detractores acusaron de inconsistentes las medidas keynesianas, en el tanto el gasto social se asociaba al gasto militar y burócrata y según su dicho, se generó una estado de inflación creciente, versus inversión insuficiente.
Sin embargo queda claro que el fantasma de Keynes ronda en los pasillos de la Casa Blanca, en la que su presidente negro ha anunciado un plan económico que pretende crear 2,5 millones de empleos para obras de infraestructura, además de recortes tributarios y más gastos públicos.
Además de los 700 mil millones de dólares ya inyectados al sector financiero, Obama anunció la probable inyección de 700 mil millones más, la transformación de bancos privados a públicos, amén de los planes de recapitalización de las transnacionales de vehículos: General Motors (GM), Ford y Chrysler.
En cuanto a los mercados financieros ya se anunciaron por parte de la nueva administración regulaciones que van desde el monto de transacciones bursátiles, hasta el salario de los altos ejecutivos de Wall Street.
No cabe duda de que se trata de un relanzamiento de la lógica keynesiana en la que además de vigorizar el papel interventor del Estado en el mercado se propone el fortalecimiento de los derechos civiles y económicos de los trabajadores, mismo camino que deberá seguirse en Costa Rica si se quiere preservar lo que hasta entonces ha sido nuestra relativa estabilidad económica y paz social.
1 comentarios:
Interesante el tema de su entrada: la seguridad del empleo.
Gracias por su mensaje,
Zenia
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