Costa Rica inicia su año pre electoral con claras evidencias de que los partidos políticos que han gobernado prácticamente la mitad del siglo pasado, desaparecerán. El tímido ambiente que se vivió en las asambleas distritales del Partido Liberación Nacional (PLN) el pasado 18 de enero aunado a las que invisiblemente realizó el Partido Unidad Social Cristiano (PUSC) confirman nuestra sospecha, de que en este nuevo siglo los costarricenses optaremos por lo diferente.
Ambos partidos se desdibujaron, uno renunció a la social democracia y otro nunca fue social cristiano, las mieles del poder les llevaron al negocio turbio y no a la negociación transparente que es posible en democracia. Los escándalos de corrupción que enlodaron a la tres expresidentes de los dos partidos tradicionales, mayoritarios y gobernantes, han permitido desengañar a miles de ticos que durante años les otorgaron su confianza traducida en votos. Las nuevas generaciones, la gente joven que no tiene filiación y que en buena hora no creció a la sombra de una revolución que ahora solo es historia, poco le importan las conquistas del pasado cuando es el presente y el futuro lo que requiere explicación.
Un modelo de Estado que privilegia a un solo sector de la población, el abandono de programas sociales dirigidos a acabar con la pobreza y el ensañamiento en contra de la clase media, es apenas un reflejo del resultado de las últimas seis administraciones de estos dos partidos.
Desde luego que en ambos movimientos siempre hay gente buena, gente que cree, con ideales, con la misma aspiración mía de que las cosas cambien, pero generalmente, cuando no son silenciadas, se minimizan, se persiguen o simplemente se ignoran, con tal de no dar cabida a semejantes Quijotadas, dentro del concepto de empresa electoral que manejan.
Por eso muchos estamos desde abajo, desde el suelo, donde nadie alza la vista para reconocernos. Partidos políticos comunales, cantorales, provinciales y hasta nacionales construidos desde ideas auténticamente ciudadanas. Somos muchos, en muchos lugares, con pocos recursos claro está, pero con mucha voluntad humana, la suficiente como para transformar.
Ya hemos demostrado que sabemos abrir espacios, hemos demostrado que somos muchos los costarricenses que no tenemos precio por nuestro voto, que no creemos en las palabras vacías de los políticos de siempre y que clamamos por un Estado que favorezca y fortalezca a la clase media y baja de nuestro país.
En las próximas elecciones cuando empiecen a pulular encuestas de opinión se leerá el siguiente titular: ¡Elecciones 2010: Arriba los de abajo.!
Ambos partidos se desdibujaron, uno renunció a la social democracia y otro nunca fue social cristiano, las mieles del poder les llevaron al negocio turbio y no a la negociación transparente que es posible en democracia. Los escándalos de corrupción que enlodaron a la tres expresidentes de los dos partidos tradicionales, mayoritarios y gobernantes, han permitido desengañar a miles de ticos que durante años les otorgaron su confianza traducida en votos. Las nuevas generaciones, la gente joven que no tiene filiación y que en buena hora no creció a la sombra de una revolución que ahora solo es historia, poco le importan las conquistas del pasado cuando es el presente y el futuro lo que requiere explicación.
Un modelo de Estado que privilegia a un solo sector de la población, el abandono de programas sociales dirigidos a acabar con la pobreza y el ensañamiento en contra de la clase media, es apenas un reflejo del resultado de las últimas seis administraciones de estos dos partidos.
Desde luego que en ambos movimientos siempre hay gente buena, gente que cree, con ideales, con la misma aspiración mía de que las cosas cambien, pero generalmente, cuando no son silenciadas, se minimizan, se persiguen o simplemente se ignoran, con tal de no dar cabida a semejantes Quijotadas, dentro del concepto de empresa electoral que manejan.
Por eso muchos estamos desde abajo, desde el suelo, donde nadie alza la vista para reconocernos. Partidos políticos comunales, cantorales, provinciales y hasta nacionales construidos desde ideas auténticamente ciudadanas. Somos muchos, en muchos lugares, con pocos recursos claro está, pero con mucha voluntad humana, la suficiente como para transformar.
Ya hemos demostrado que sabemos abrir espacios, hemos demostrado que somos muchos los costarricenses que no tenemos precio por nuestro voto, que no creemos en las palabras vacías de los políticos de siempre y que clamamos por un Estado que favorezca y fortalezca a la clase media y baja de nuestro país.
En las próximas elecciones cuando empiecen a pulular encuestas de opinión se leerá el siguiente titular: ¡Elecciones 2010: Arriba los de abajo.!
0 comentarios:
Publicar un comentario