Soy un convencido de que las tradiciones nacionales, especialmente aquellas que exaltamos en esta época de navidad, deben de ser protegidas, promovidas e impulsadas hasta la saciedad, con tal de que no se pierdan en este mar de tecnologías y comunicación del nuevo siglo.
En este mundo en el que los niños aprenden a utilizar primero un “ratón” de computadora antes que atarse los zapatos, debemos hacer un esfuerzo por contarles que el tamal es un platillo indígena que originalmente se preparaba con las sobras de la cena de navidad de los españoles conquistadores y que por ello nos debe de llenar de mucho orgullo prepararlo y comerlo cada fin de año en tributo a su sacrificio y en honor a esos ancestrales herederos.
En estos tiempos modernos en que los niños piden i pod, nintendo, i phone y demás juegos y artefactos electrónicos a un niñito Dios que yace pobre pesebre, debemos intentar explicarles que lo importante de la época es la unidad familiar, compartir, celebrar el nacimiento del Salvador. También deberíamos decirle a nuestros hijos, que los juguetes de nuestro tiempo, eran de madera, que la imaginación era repleta y rebosante y que la falta de dinero y objetos costosos en nuestras casas, se suplía con alegría, con mucha actividad física en las calles y en nuestros corazones; que en aquellas casi olvidadas navidades a la tica, la bola nueva de un chiquillo en el barrio, era la bola de todos y las muñecas de trapo eran más que felices, con solo un vestido nuevo para todo el año.
Debemos explicar a las nuevas generaciones que las fiestas populares que primero fueron en la Plaza González Víquez y después en Zapote, no eran jornadas dedicados al DIOS BACO y la juventud de esos tiempos, lejos de atiborrarse de guaros y cervezas, disfrutaba sanamente toreando dentro y fuera de un redondel, en el que por cierto, muchas veces no cobraban por entrar.
No cabe duda que el materialismo impulsado por esta corriente de pensamiento filosófica, económica y política llamada neoliberalismo, a la que el Papa Juan Pablo Segundo bautizó como “salvaje” y que tan campantemente vaga en este pequeño territorio, ha traído nefastas consecuencias en todos los ámbitos de la vida costarricense.
No se trata de estar en contra del progreso o del avance tecnológico. Desde nuestra perspectiva humanista aplaudimos todo aquello que mejore y potencie la calidad en la vida de todos, pero debemos rechazar la indiscriminada comercialización de los sentimientos y deseos, la venta de anhelos y aspiraciones.
En nombre del Partido PASE deseamos una feliz navidad a todas y todos los costarricenses y les invitamos muy respetuosamente a que disfruten de las festividades de fin y principio de año, pasándola .... a la tica.
En este mundo en el que los niños aprenden a utilizar primero un “ratón” de computadora antes que atarse los zapatos, debemos hacer un esfuerzo por contarles que el tamal es un platillo indígena que originalmente se preparaba con las sobras de la cena de navidad de los españoles conquistadores y que por ello nos debe de llenar de mucho orgullo prepararlo y comerlo cada fin de año en tributo a su sacrificio y en honor a esos ancestrales herederos.
En estos tiempos modernos en que los niños piden i pod, nintendo, i phone y demás juegos y artefactos electrónicos a un niñito Dios que yace pobre pesebre, debemos intentar explicarles que lo importante de la época es la unidad familiar, compartir, celebrar el nacimiento del Salvador. También deberíamos decirle a nuestros hijos, que los juguetes de nuestro tiempo, eran de madera, que la imaginación era repleta y rebosante y que la falta de dinero y objetos costosos en nuestras casas, se suplía con alegría, con mucha actividad física en las calles y en nuestros corazones; que en aquellas casi olvidadas navidades a la tica, la bola nueva de un chiquillo en el barrio, era la bola de todos y las muñecas de trapo eran más que felices, con solo un vestido nuevo para todo el año.
Debemos explicar a las nuevas generaciones que las fiestas populares que primero fueron en la Plaza González Víquez y después en Zapote, no eran jornadas dedicados al DIOS BACO y la juventud de esos tiempos, lejos de atiborrarse de guaros y cervezas, disfrutaba sanamente toreando dentro y fuera de un redondel, en el que por cierto, muchas veces no cobraban por entrar.
No cabe duda que el materialismo impulsado por esta corriente de pensamiento filosófica, económica y política llamada neoliberalismo, a la que el Papa Juan Pablo Segundo bautizó como “salvaje” y que tan campantemente vaga en este pequeño territorio, ha traído nefastas consecuencias en todos los ámbitos de la vida costarricense.
No se trata de estar en contra del progreso o del avance tecnológico. Desde nuestra perspectiva humanista aplaudimos todo aquello que mejore y potencie la calidad en la vida de todos, pero debemos rechazar la indiscriminada comercialización de los sentimientos y deseos, la venta de anhelos y aspiraciones.
En nombre del Partido PASE deseamos una feliz navidad a todas y todos los costarricenses y les invitamos muy respetuosamente a que disfruten de las festividades de fin y principio de año, pasándola .... a la tica.
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