El PPV es un sistema de cable mediante el que solo se puede ver un juego de un determinado equipo (s), previo pago de una cuota mensual dolarizada. Lo grave es que en Costa Rica solo el 20 por ciento de la población tiene hoy día sistema de cable y el restante 80 por ciento vemos tele abierta, la que solo cuesta, lo que se pague por el recibo de luz.
Con esta idea del PPV que adversamos por antipopular, se condena a los irremediables fanáticos del deporte preferido de los ticos, a no volver a ver nunca más a sus crack, a olvidarse de la sopa de mondongo con tortilla en el medio tiempo y a no tener material para joder o apostar los días Lunes en el trabajo. ¡Claro está! ... siempre se puede prescindir de algunos gastos con tal de darse el lujillo y si a la mejor los carajillos comen menos, la doña no se enferma tanto y ocurre el milagro de que bajen los intereses de la hipoteca, alguno que otro fanático, se sacrificará con tal de no abandonar al “dream team” de sus amores.
Pero la televisión y el fútbol no son eso. La tele con todas las carencias, deficiencias o críticas que se le puedan formular, juega un papel primordial como válvula de escape de la mayoría de la gente. Elegir hasta el día de hoy, que programa queremos ver o como informarnos, es un privilegio que sin ánimo de dramatizar, es sencillamente democrático, mientras la PPV es excluyente, clasista, egoísta y privilegiada. En cuanto al fútbol, es en definitiva la distracción más barata, pública y popular de nuestros días. Tan solo unos años atrás, los equipos de fútbol costarricenses no tenían propietarios o accionistas, eran parte de asociaciones deportivas -sin fines de lucro- y cumplían todo un objetivo social de brindar a la juventud espacios de interacción y realización del deporte, así como unir a las familias y a comunidades enteras.
Esta naturaleza con la que se desarrolló el entorno futbolístico nacional cambió bruscamente, cuando los vivillos entendieron que el fútbol era, en otras latitudes, un negocio muy lucrativo y así fue como de repente aparecieron “los brujos”, en vez de Escazú, “los míos”, en vez de Guanacaste y hasta los muy rancheros y mejicanos “ ¡ oralé ! ” en vez del “sapri” de mis abuelos.
Si los ticos aceptamos que nos metan el gol del PPV, será otra mala jugada en contra de nuestras tradiciones, valores y forma de ser, es una patada artera y mal intencionada que pretende arrebatarnos nuestro derecho al fútbol, nuestro derecho a ser entrenadores, ídolos, comentaristas y porteros aunque sea por un rato los fines de semana.
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