viernes, 20 de junio de 2008

¿Es libre el libre comercio?

Podemos demandar un comercio justo sin que se nos clasifique como antiimperialistas

Victor Emilio Granados Calvo,Secretario General, Partido PASE

A propósito del anunciado decrecimiento en la economía mundial, de la escasez de alimentos, de la inminente recesión que está a punto de explotar en los Estados Unidos o de la versión costarricense de esa crisis intitulada presidencialmente como “los años de las vacas flacas”, cabe formularse muchas preguntas en torno a la globalización y al libre comercio.

Nada libre. Para el doctor Joel R. Paul, de la London School of Economics (LSE), quien es un prestigioso profesor de Derecho Internacional y de Comercio Exterior en la Universidad de California (Estados Unidos), el libre comercio realmente no es nada libre, y persisten en nuestras economías globalizadas los mercados distorsionados, en los que la teoría pura de intercambio no es más que una ficción.

Los tratados comerciales, lejos de establecer reglas neutrales o pretender perfeccionar el libre comercio, deben ser entendidos como excepciones a esa libertad, y, para el académico, la exclusión o inclusión en los acuerdos internacionales de temas tales como la protección del medio ambiente, el reconocimiento de derechos laborales y sociales y la privatización o apertura de activos públicos, son opciones de tipo político.









Paul, en Do International Trade Institutions Contribute Economics Growth and Development? demuestra que tanto defensores como detractores del libre comercio apoyan sus posiciones en cifras reales y contundentes.

Por un lado, los alentadores indicadores macroeconómicos respecto de las exportaciones o del crecimiento en el PIB nacionales, y, por el otro, los costos sociales o “costos hundidos”, como él los llama.

Rechaza extremos. Sin embargo, rechaza las concepciones ideológicas de los extremos en que se apoyan esas cifras: la de los liberales clásicos y neoliberales, en el uno y en el otro, y la de la izquierda político-electoral, que, juntos, han generado una discusión maniquea: libre mercado frente a mercado regulado, intervención estatal versus “mano invisible”, redistribución del mercado contra impuestos, individualismo contra interés público.

El autor de múltiples ensayos acerca de la relación entre el derecho y el crecimiento económico –más allá de lo propuesto por la escuela de los años sesentas Law and Development –, se opone a la interpretación meramente instrumental de la norma jurídica y promueve su vinculación al contexto económico, político y cultural como forma de obtener provecho de los tratados regionales.

Desde esa perspectiva, no rechaza, sataniza o descalifica a las instituciones de derecho económico internacional, a las que considera un efectivo mecanismo para el acceso de los países pobres en igualdad de condiciones a la resolución de conflictos, sin dejar de criticar la ausencia de distribución de riqueza y sus consecuencias sociales tangibles –criminalidad, violencia, narcotráfico–.

Queda claro, entonces, que frente al libre comercio existen posiciones distintas, creativas y diversas a las posiciones extremas, y que los demócratas podemos demandar un comercio internacional justo sin necesidad de que se nos clasifique dentro de las filas del antiimperialismo.

En el partido PASE, creemos que sí es posible una redefinición del desarrollo económico desde la óptica de nuestros países pobres, a partir del papel del derecho como ciencia social capaz de proveer un marco adecuado de relaciones justas para el intercambio comercial, y además, como único instrumento posible de transformación democrática interna.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

exelentes comentarios licenciado, que bueno porder compartirlos