Por ahí andan diciendo que todos los que estamos en contra del TLC somos camaradas, comunistas, chavistas y hasta come güilas, pero eso es paja.

Imagínese que los primeros que hablaron en contra del TLC fueron políticos de los Estados Unidos.

En la Cámara de Diputados el Demócrata Bob Meléndez dijo que se oponía porque con el TLC no se garantizaban los derechos de los trabajadores. El Senador Demócrata Richad Durbin se dejó decir que el CAFTA-DR (siglas del TLC en inglés) sólo serviría para los intereses de la industria estadounidense que arrasaría con las economías centroamericanas, particularmente con el sector agrícola.-
También otro demócrata Ron Wyden de Oregón se opuso, por la exclusividad de los datos de prueba acordada en el TLC, lo que constituiría un enorme favoritismo a los intereses de las grandes farmacéuticas pues treparía el costo de los medicamentos hasta en un 114 por ciento.

El negocio es tan, pero tan malo para nosotros, que un Senador Republicano (Bingaman), presentó una moción para garantizar fondos para la región a “fin de compensar a los perdedores”.

Juepuña si hasta de perdedores nos mentaron y hasta aquel carajo de Kerry, que fue candidato a Presidente de los Estados Unidos se opuso, si antes no se garantizaba que los derechos laborales de los centroamericanos se cumplieran.

Idiay, ticos muy respetados y reconocidos también se oponen como: Luis Alberto Monge, José Miguel Corrales, el Obispo Ignacio Trejos, Oscar López, Otton Solís, Juan Francisco Montealegre de la Cámara de Exportadores, Rolando Araya y un aterro más de académicos, profesionales, educadores, trabajadores y atarantados que como yo amamos la democracia.

Entonces, como que no es cierto que los del NO somos los maldosos, y los del si los santulones.

A fin de cuentas el río está agitado y a los dos lados hay buena gente, y ninguno es tan malo como para tirar las vacas a esparrancarse, ni tan bueno como para tirarse con ellas.


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